A bombo y platillo

Bueno, bueno, bueno como está el país y cómo estamos de la cabeza los periodistas o, más bien, aquellos que nos mandan y nos pagan el sueldo a final de mes. Como reza el dicho popular: con la que está cayendo y nosotros de fiesta. Y es que mucho meterse con la senadora socialista Adoración Quesada por aquello de que hay parados en Bailén que conducen un BMW pero yo esté fin de semana he podido comprobar en mi propio pellejo que, en el fondo, tiene más razón que un santo.

Somos un país de bombo y pandereta,de vivir de la apariencia y, en algunos casos, del cuento. El Gobierno se afana en reducir el gasto público. Sus países vecinos adoptan posturas similares. La última, la del ejecutivo francés que ya ha anunciado un recorte de 45 millones de euros. Millones de parados que ya no saben dónde meter la cabeza para poder ganar algo de dinero que llevar a casa. Los que tenemos más suerte y trabajamos, rezamos todas las noches lo que sepamos para que no nos despidan porque sino a ver quién paga la hipoteca, las letras del coche, la luz, el agua, el gas, el seguro, la comida y una larga lista en el debe de la contabilidad casera.
Mientras tanto, Jaén sale a la calle de fiesta. Y digo Jaén porque es la ciudad en la que vivo, pero puede ser perfectamente Arganda del Rey con el Rock in Rio. Impresionada me quedé en la procesión de la Virgen de la Capilla al ver a los jiennenses no escatimar ni un duro en colocarse sus mejores trajes para que la vecina no le diga ni una palabra más alta que otra. Terrazas llenas, bares repletos hasta la puerta. En San Ildefonso no había local en el que entrar. Por no decir lo de pasear por sus calles, imposibles.
Pero es que voy a la Plaza de San Francisco esta mañana y he tenido que esperar más de media hora (lo que leen) para que me atendiesen en el puesto de embutidos. Como comprenderán, me ha dado tiempo a escuchar varias conversaciones y, entre ellas, dos señoras tenían fiestas familiares durante este fin de semana, otras se iban al campo con amigos, un señor que se atestaba de provisiones para irse al chalé de la playa y otro más que compraba para dar de comer a los familiares que mañana asistían a la comunión de su hija. Voy al estanco y la cola salía por la calle. Y ya ni te cuento en el supermercado. Carros llenos de cajas y cajas de helados de todos los colores, sabores  y formas (un complemento alimenticio indispensable en nuestra dieta). Mientras tanto, las cafeterías llenas de amas de casa desayunando, que tiene más glamour hacerlo en la calle que en casa. Y luego dicen que hay crisis!!!

1 comentario:

  1. Y si no hay crisis, ¿para qué se recorta el gasto público? o crisis... o no crisis. PEro no se pueden justificar medidas en nombre de la crisis, y luego decir que no hay crisis. DEsde luego que el pais está loco. Qué opinarán aquellos que llenan los comedores de Cáritas de la afirmación de que "no hay crisis" porque una señora compre embutido...

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