El ostracismo jiennense

Eramos pocos y parió la burra, como reza el dicho. Quien me conozca ya me habrá escuchado comentar más de una vez que el principal problema económico que tiene Jaén es la falta de comunicaciones. Pues bien, si mal estaba la provincia, ahora, con el tijeretazo, se va a quedar para vestir santos.
No hace falta un coeficiente intelectual muy elevado para saber que uno de los motores económicos más importantes de una región es su comunicación con los territorios limítrofes. Este es un aspecto que en Jaén brilla por su ausencia. No tenemos mar, por lo que el transporte marítimo está descartado. Por carretera, contamos con el hándicap del enorme embudo de Despeñaperros. Y, por tren, ni hablamos. El Ministerio de Fomento ha invertido 84 millones de euros en renovar la flota de trenes que prestan servicio en la provincia y, sin embargo, tanto ciudadanos como empresarios tenemos la sensación de que nos hemos quedado igual. Porque la centralidad ferroviaria no está en la capital. Sólo hay que ver que zonas como Andújar tienen mejores conexiones con ciudades costeras, como Málaga, o grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, que la propia Jaén.
Jaén necesita del AVE, necesita de conexión ferroviaria para mercancías, necesita de un plan de expansión que pasa, de manera indiscutible, por reforzar y mejorar las comunicaciones. Sin embargo, todo queda paralizado porque el Gobierno se ha gastado el dinero en otros menesteres. Habrá que esperar a elecciones para que lo solucione.

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