Señores, apuesten al rojo

No recuerdo ocasión alguna en la que color rojo hubiera significado tanto en la vida de los españoles. Rojo, por la pasión de una selección que hace historia y que se juega un Mundial. Rojo, por la alerta decretada para este jueves por altas temperaturas que, incluso, pueden llegar a ser históricas. Rojo, por el nivel de peligro y de riesgo de incendios en todo el país. Rojo, por un partido político que maneja una situación de crisis más mal que bien y que tiene afixiada a los españoles. Rojo, por el color de las cuentas bancarias de miles de ciudadanos que apenas llegan a final de mes. Y rojo, por el color de la piel de todos aquellos que han iniciados sus vacaciones, se han ido a la playa y no han tomado precauciones.

Y es que no hay nada mejor que darle a la vulgo un buen entretenimiento para hacerle olvidar todas las penurias por las que atraviesa y por las que en alguna ocasión atravesó. Tengo que hacer mucha memoria para recordar una situación en la que el grito "Viva España" no está asociado a unas connotaciones políticas y a una etapa del país que mejor no recordar. Veintitrés jugadores y un seleccionador han conseguido lo que parecía imposible: que españoles de derechas, de izquierdas, mayores, pequeños, blancos, negros, amarillos, hombres, mujeres, gays, lesbianas, heterosexuales y un largo etcétera sientan el orgullo de defender los colores de España. Un orgullo que, en muchas ocasiones, fue una vergüenza.

A esto se le añade el fuerte calor que, mañana jueves, puede marcar hitos históricos. Salta la alerta roja tanto en meteorología como en riesgo de incendios. Como pasa siempre, el frío en invierno y el calor en verano son noticia, menuda ironía. Para combatirlo, nada mejor que unas vacaciones y, si puede ser, en la playa para ponernos rojos como una gamba.

Y todo ello qué consigue. Pues algo muy sencillo, que el españolito de a pie se olvide de los números rojos que predominan en nuestras cuentas bancarias, y del color rojo del clavel que empuña la mano de un partido político al que la crisis le viene grande. En fin, no hay mal que por bien no venga y mientras el Gobierno siga utilizando a los veintitrés héroes para sus campañas de publicidad, nos mantendrá entretenidos.